25 abr 2007

Bronce

Busto de Schiller en el Central Park, N.Y.

Random Don Carlos


“Ya veo tu alma sangrar por la venenosa mordedura de serpiente del recelo” (Carlos – I, I)

“Necesito amor… Un secreto espantoso me quema en el pecho. Tiene… tiene que salir. En tu gesto pálido quiero leer mi sentencia de muerte… Oye… Quédate petrificado… pero no respondas nada… Amo a mi madre.” (Carlos – I, II)

“Un hijo ama a su madre. Los usos del mundo, el orden de la naturaleza y las leyes de Roma condenan esa pasión. Mi pretensión choca terriblemente contra los derechos de mi padre. Lo siento, y, sin embargo, amo. Este camino conduce únicamente a la locura o al patíbulo. Amo sin esperanza… pecaminosamente… con angustias de muerte y con riesgo de mi vida… Bien que lo veo, y, sin embargo, amo.” (Carlos – I, II)

“El pecho agobiado por duras cargas se aligera con las palabras.” (Marqués de Poza – I, II)

“¿Por qué de mil padres me ha sido dado a mí precisamente ese padre? ¿Y a él precisamente este hijo entre mil mejores? Dos contrarios más incompatibles no los ha hallado la naturaleza en todo su orbe. ¿Cómo pudo unir a la fuerza con un vínculo tan santo los dos últimos extremos del género humano… a mí y a él?... ¡Destino terrible! ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué dos hombres que siempre se evitan han de encontrarse terriblemente en un mismo deseo?” (Carlos – I, II).

“La violencia es siempre un gigante para el débil.” (Marqués de Poza – I, IV)

Carlos, a los pies de la reina: “No me levantaré… Quiero quedarme aquí eternamente de rodillas. Quiero yacer fascinado en este lugar, echar raíces en esta postura.” (I, V)

“Yo ya no amo” (La Reina – I, V)

“Yo siento quién soy.” y “¡Dadme algo que estropear, padre!... La sangre arde con violencia en mis venas… ¡Veintitrés años, y sin haber hecho nada por la inmortalidad! He despertado, me siento a mí mismo… La voz que me llama al trono real me alza del sueño, como un acreedor, y todas las horas perdidas de mi juventud me amonestan en voz alta como deudas de honor. Ha llegado el momento grande y bello que por fin exige de mí los intereses del elevado talento a signado: la historia universal me llama…” (Carlos – II, II)

“El amor sólo lo conoce quien ama sin esperanza.” (Carlos – II, VIII)

“Princesa, es como si el mundo ardiera a mis espaldas.” (Carlos – II, VIII)

“¡Poesía!... Nada más… Mi cerebro se dedica con frecuencia a hacer pompas extrañas, que rápidamente, lo mismo que han surgido, estallan en el aire.” (Carlos – II, VIII)

“Estoy agotada… Todas mis tentativas resbalan sobre este hombre extraño, escurridizo como una serpiente.” (Princesa de Eboli – II, VIII)

“¡El amor es lo único en el orbe de esta tierra que no tolera más comprador que a sí mismo! El amor es el precio del amor.” (Princesa de Eboli – II, VIII)

“Las reinas no saben amar… una mujer capaz de amar no entiende mucho de coronas.” (Princesa de Eboli – II, VIII)

“Un amor sin esperanza no subsiste en esta lucha.” (Princesa de Eboli – II, VIII)

“Hay espadas de doble filo, amigos inciertos… Yo los temo. Es difícil distinguir a los hombres, pero más difícil aun es conocerlos hasta el fondo.” y “Ese espíritu es terrible en ese cuerpo…” (El Padre Domingo – II, X)

“El paisaje es como yo me lo deseo… Todo está aquí callado, como un misterio.” (Carlos frente al río Manzanares – II, XIV)

“Tu corazón ha muerto.” (Marqués de Poza – II, XV)

“¿Qué? ¿Las luces se han consumido ya? ¿Es posible que ya sea de día?... hoy he perdido mi sueño. Recíbelo, naturaleza. Un rey no tiene tiempo para recuperar noches perdidas; ahora estoy despierto, y el día debe comenzar.” (El Rey – III, I)

“Calumnia es el nombre de la mujer” (El Rey [que leyó Hamlet: “Debilidad, tu nombre es mujer.” I, II] – III, II)

“El encanto de la belleza ata las lenguas de todos los hombres.” (Duque de Alba – III, III)

“¿Vos queréis plantar para la eternidad y sembráis muerte? Una obra conseguida tan a la fuerza no sobrevivirá al espíritu de su creador.” (Marqués de Poza – III, X)

“A las almas grandes el amor las hace mas grandes.” (Carlos – IV, V)

“¿Por qué mostrarle al que duerme los nubarrones de la tormenta que se ciernen sobre su cabeza?... Basta con que los haga pasar silenciosamente a tu lado y que cuando despiertes el cielo esté claro.” (Marqués de Poza – IV, VI)

“¿Le pertenece la dulce armonía que duerme en el arpa al comprador que la vigila con oído sordo? El ha comprado el derecho de destrozarla, pero no ha comprado el arte de evocar el sonido de plata y deleitarse en el goce del amor. La verdad es una realidad que existe para el sabio, la belleza para un corazón sensible.” y “¡Oh, Dios! La vida es verdaderamente bella.” (Marqués de Poza – IV, XXI)

“¿Naturaleza? Yo no conozco ninguna. La consigna es ahora crimen. Los vínculos de la humanidad están divididos.” (Carlos – V, IV)

“Para mí ya no hay nada importante en este mundo.” (Carlos – V, VI)

“El mundo es todavía mío por un atardecer.” (El Rey – V, IX)

“Desafiaré a las apariencias… Ya no temblaré delante de los hombres, quiero ser audaz de una vez, como un amigo. Mi corazón hablará.” (La Reina – V, XI)

“CARLOS.- (…) ¡Silencio! ¿No has oído nada? (Un reloj da la hora.) // LA REINA.- No oigo más que la campana terrible que da la hora de nuestra separación.” (V, XI)

“¿Está muerta? ¡Oh, cielos y tierra!” (Carlos sobre su amor – V, XI)

22 abr 2007

Testimonio luxemburgués

Mi nombre es Tom We, tengo 27 años y trabajo hace unos años en la Hostería Wallenstein en Echternach, Luxemburgo. La hostería pertenece a mis padres y yo me crié allí, en la planta superior. Entre el 15 y el 18 de marzo de 1986 hay un registro en los cuadernos de la Hostería que aseguran la estadía de un Pablo Soler, de profesión médico, argentino, en Echternach. Recuerdo ese nombre porque en ese entonces estaba aprendiendo a leer y leía con avidez todo lo que tenía a mi alcance: carteles, diarios, etiquetas de productos… Cualquier cosa. Entre esas lecturas se encontraba el cuaderno de registros de la hostería donde me sorprendió encontrar un nombre de esas características y mucho mas la palabra argentina. Pregunté a mis padres que me hablaron de un país brasilero en América del Sur. Es decir, lejos, muy lejos.
No. No recuerdo haber visto en persona a Pablo Soler. Sólo recuerdo su nombre escrito por la letra de mi padre en el cuaderno de tapas negras de la hostería.
Echternach es una ciudad muy bonita, así que invito a todos los que pasen por aquí a hospedarse en la Hosteria Wallenstein.

18 abr 2007

Random La Doncella de Orleáns

La Firma de Juana.


¿Inés Sorel, la manceba, es algo de Julian Sorel de Le Rouge et le Noir de Stendhal? Recordar el título del capitulo diecinueve, tan a fin a Pablo: “Pensar hace sufrir”. Y: “Es cierto que había leído que la proximidad de la muerte desinteresa de todo.” (274)

“A mi entender, un amor fiel ayuda a soportar las más graves penas.” (Tibaldo - I, Prólogo)

“Aléjate de este árbol, renuncia a tu amor por la soledad, cesa de escarbar la tierra a media noche, en busca de raíces... déjate de componer brebajes, y de trazar signos misteriosos sobre la mesa. Los malos espíritus viven junto a la superficie de la tierra, siempre alerta, y con el oido pegado al suelo. En cuanto se escarba un poco, lo oyen en seguida. Consiente en no quedarte sola; mira que en la soledad tentó Satanás al mismo Dios del cielo.” (Tibaldo - II, Prólogo)

“Como en el verano el espeso enjambre de abejas en torno de la colmena, como nubes de langostas que oscurecen el sol y cubren la campiña por millares, se arroja a las llanuras de Orleáns confusa bandada de pueblos diversos, y suena en el campamento una mezcla ininteligible de todas las lenguas.” (Bertrán – III, Prólogo)

“Como se estrechan las ovejas, tímidas y recelosas al aullido del lobo, los franceses, olvidados de su antigua gloria, se apresuran a refugiarse en sus fortalezas.” (Bertrán – III, Prólogo)

“Blanca paloma alzará el vuelo, y como el águila audaz caerá sobre los buitres que despedazan la patria.” (Juana - III, Prólogo)

“¡Adiós, montañas; adiós, pastos, y vosotros tranquilos valles, adiós! Ya nunca más hollará Juana vuestros senderos, Juana os dirige su eterno adiós. ¡Prados que yo regaba, árboles que planté, seguid reverdeciendo! ¡adiós, grutas sonoras y frescos manantiales! ¡Eco, dulce voz de este valle, que tantas veces respondiste a mis cantos, Juana se aleja... para siempre!
“Para siempre os dejo, ¡oh lugares, que fuisteis testigos de mis inocentes dichas! Id y
dispersaos por la llanura, ovejas mías; dispersaos, abandonados rebaños; otros rebaños
me reclaman ahora, y es fuerza que los conduzca a través de los ensangrentados campos
del peligro. Tal es la orden del Espíritu que me llama; no me atrae la vanidad, no obedezco a terreno afecto.
“El Dios que se apareció a Moisés en las cimas del Horeb y en la zarza ardiendo para
mandarle que resistiera a Faraón; el Dios que supo armar en su defensa a un niño, al pastor Isaías, y se mostró siempre propicío a los pastores, este fue quien me habló también bajo la copa de este árbol, y me dijo: “Ve a dar testimonio de mí en la tierra. Revestirás tus miembros de metal, y cubrirás de acero tu delicado pecho. Jamás arderá en tu pecho la llama del amor humano, ni avivará en ti ilícitos deseos, mas yo te haré ilustre en la guerra entre las demás mujeres. Cuando los más valientes flaquean y van a consumarse los destinos de Francia, pongo en tus manos mi oriflama. Como el segador las mieses, aterrarás a los vencedores y detendrás a la victoria; que te sus cité para salvar a esta nación, para que libertes a Reims y corones a tu Rey.”
“Dios me debía una prenda de su predilección, y me envía este yelmo que comunica a mi cuerpo fuerza sobrenatural, e infunde en mis venas el fuego sagrado de los ángeles. Siento que me impele, que me arrebata al combate con la impetuosidad del torbellino. ¡A las armas! ¡El corcel se encabrita!... ¡resuena el clarín!” (Juana - IV, Prólogo)

“Ensillemos nuestros caballos de batalla. Vibre el sol sus rayos sobre nuestras corazas, tengamos por dosel las nubes, por almohada las piedras.” (Inés – IV, Acto I)

“Juana es mi nombre, venerable señor. Nací en tierra de mi Rey, en Domremy, diócesis de Toul. Soy la humilde hija de un humilde pastor, y pasé la infancia guardando los ganados de mi padre. Oía sin embargo hablar mucho de un pueblo de isleños, venidos a través del Océano, para esclavizarnos e imponernos por la fuerza un rey extranjero que Francia no quería. Oí decir también, que la gran ciudad de París estaba ya en poder de ese pueblo, que iba a conquistar el reino entero. Yo rogaba a María, madre de Dios, que alejara de nosotros el oprobio de la esclavitud y nos conservara nuestro Rey. A la entrada de mi pueblo natal hay una imagen de la Virgen, muy visitada por gran número
de peregrinos, y junto a ella una vieja encina, famosa por sus milagros. A su sombra solía apacentar mis ganados, y me sentía atraída hacia aquel lugar. Cuando perdía en la montaña uno de mis corderos, bastaba que me hubiese dormido a la sombra de la encina, para que le encontrara en seguida. Y ocurrió que una noche sentada debajo de aquel árbol, con piadoso recogimiento, y esforzándome en vencer el sueño, se me apareció de repente la Virgen María, llevando en una mano una espada, y en la otra un estandarte, pero vestida, como yo, de simple pastora, y dijo: “Soy yo, Juana, levántate y deja tus rebaños, que Dios te impone otros deberes. To ma ese estandarte, ciñe esa espada, extermina a los enemigos de mi pueblo, conduce a Reims al hijo de tu Rey y coloca en su cabeza la corona real.” Y yo le dije: “Pero ¿cómo voy a hacerlo, si soy una débil mujer, ignorante del arte de la guerra?” Y ella me dijo: “Nada es imposible a la casta virgen que sabe resistir al amor terreno; toma ejemplo de mí, que soy también una simple virgen como tú y di a luz a Dios Nuestro Señor y participo de la divinidad.” Diciendo esto, tocó mis párpados, y vi cubrirse de ángeles el cielo, y llevaban en las manos flores de lis, y al son de melodiosa música se esparcieron por los aires. Por tres noches consecutivas la bienaventurada María se me apareció así y me dijo: “Juana, levántate, que el Señor te llama a otros deberes. Y cuando llegó la tercera noche, su mirada era severa, y me reprendió diciendo: “El deber primero de la mujer en la tierra es la obediencia, y la resignación su ley, porque obedeciendo se purifica. Quien habrá obedecido en la tierra, será grande en el cielo.” Diciendo esto se despojó de sus vestiduras; y ví a la Reina del cielo en todo el esplendor de su gloria, y lentamente envuelta en nubes de oro, fue arrebatada a la celestial región de los éxtasis, donde desapareció.” (Juana – X, Acto I)

El rey es un delfín.

Juana al Rey Carlos: “Detente, noble delfín.” (X, Acto I) y “…el Hijo de María no creó para vosotros la hermosa Francia, sino para Carlos; mi señor delfín…” (XI, Acto I)

“¡Lejos de mi ánimo el deseo de firmar la paz con el delfín!” (Felipe - II, Acto II)

“¡Oh nueva edad de oro de la paz, fundada por una furia!” (Lionel – II, Acto II)

“¡Ah!... vosotros ignoráis, ¡almas flacas! de qué es capaz una madre irritada, ulcerada. Yo amo a quien me hace algún bien y odio a quien me ultraja. Precisamente porque es mi hijo y le llevé en mi seno, es más merecedor de mi odio. La vida que le di, esta vida quiero arrebatarle, si osa, temerario, desgarrar con mano impía las entrañas donde fue concebido. ¿Qué pretexto, qué derecho tenéis vosotros para despojarle, vosotros que os armáis contra él? ¿Qué crimen le echáis encara? ¿Qué ley quebrantó contra vosotros? Os incita la ambición, os incita la baja envidia. Sólo yo tengo derecho a odiarle, porque yo, yo le di la vida.” y “No hay como los franceses para galanterías.” (Isabel – II, Acto II)

“¡Huir a la vista de aquellos zorros, de los franceses que derrotamos en cien batallas! ¿Quién es esta mujer invencible, diosa del terror, que así muda de golpe la fortuna y convierte en leones el tímido ejército de cobardes gamos?” (Talbot - V, Acto II)

“Caíste en manos de la doncella, manos terribles de las que no puedes redimirte ni salvarte. Si hubieras caído en poder del cocodrilo, en las garras del tigre, si hubieras robado a la leona sus cachorros, tal vez aún podrías implorar misericordia, mas encontrarse con la doncella, es encontrarse con la muerte.” y “No invoques mi sexo; no me llames mujer. Como el espíritu inmaterial, sin lazo alguno con la tierra, no tengo sexo; bajo esta armadura no late un corazón.” (Juana – VII, Acto II)

“¡Cómo intentas fascinar a tus víctimas, sirena, con el hechizo de tu habla melosa! Mas conmigo pierdes el tiempo en vanas artimañas. Nada puede en mi oído tu mágico lenguaje, y se embotan en mi armadura los rayos de tus ojos. ¡En guardia, Dunois! Luchemos a estocadas y no con inútiles frases.” y “Siento que mi oído es más débil que mi brazo.” (Felipe – X, Acto II)

“Es mi voz la del trueno.” (Juana - X, Acto II)

“¿Lloras, Inés? También yo siento enternecerse mi ánimo en tan solemne momento. ¡Cuántas víctimas debían perecer antes que se firmaran las paces! ¡No hay tormenta
que al fin no calme, ni noche tenebrosa que no disipe el día! ¡Con el tiempo maduran
a su vez los más tardíos frutos!” (Carlos – II, Acto III)

“Y yo entre tanto, yo, autora de esta gloria, permanezco ajena a la dicha universal. Y mi corazón transformado, huye la pompa y vuela al campamento inglés... Allá, hacia el enemigo tiendo la mirada... forzada a alejarme del regocijo para ocultar la falta que me abruma... ¿A quién? ¿A mí?... ¿Yo llevo impresa en mi pecho virginal la imagen de un hombre? ¿Aquel corazón que iluminó un rayo del cielo, late a impulsos del amor humano?... ¡Sí, yo, el ángel salvador, yo el brazo del Altísimo, ardo en amor por el enemigo de mi patria! ¡Y lo confieso a la luz del día, y no muero de vergüenza!” (Juana – I, Acto IV)

“No puedo seguir aquí... ¡Los ángeles me rechazan!... Para mí retumban como el trueno las dulces voces del órgano, las naves de la iglesia me abruman... necesito aire, espacio, libertad! (…)Lejos están de mí, muy lejos como los felices días de mi infancia y mi inocencia.” y “Cuando apacentaba mis ganados en nuestras montañas, entonces
era dichosa como si estuviera en el paraíso.” (Juana - IX, Acto IV)

“¿Dónde estuve? Decídmelo... Todo eso no fue más que un prolongado sueño del que despierto ahora... ¿Abandoné nunca Domremy? No; me dormí a la sombra del árbol encantado, y ahora despierto y me hallo entre vosotros, mis queridos y familiares compañeros. Reyes, batallas, guerras... sueños, visiones que pasaron por delante de mis ojos... Bajo el árbol... se sueñan tales cosas que parecen verdad. ¿Cómo habéis venido a Reims? ¿Cómo me hallo yo misma aquí? Jamás, jamás salí de Domremy... confesadlo francamente... devolved la alegría a mi corazón.” (Juana - IX, Acto IV)

“¡Terrible tempestad!... El cielo amenaza fundirse en agua... negro como boca de lobo, en mitad del día... ¡Si parece que anda suelto el infierno!... Treme la tierra, los fresnos centenarios crujen con espantoso estrépito, abatidos por el viento... Y tan horrible guerra que doma a las mismas bestias feroces, y las fuerza a ocultarse en sus madrigueras, no será bastante a traer la paz entre los hombres.” (El Carbonero – I, Acto V)

“…En tales tiempos vivimos, que hasta las mujeres deben ponerse la coraza.” (La Mujer del Carbonero – II, Acto V)

“Conozco las plantas y las raíces. En otro tiempo aprendí de las ovejas a distinguir la planta salutífera de la venenosa. Sé leer en las estrellas y en las nubes, y entiendo lo que dice el rumor de ocultos manantiales. Poco necesita la criatura, y la naturaleza encierra tesoros de vida.” (Juana – IV, Acto V)

“¡Cómo! ¿Tiene alas esta mujer?” (El Soldado – XII, Acto V)

“Todo acabó. Estáis viendo morir a un ángel.” (Felipe – XIV, Acto V)

“¿Veis allá arriba el arco-iris? El cielo abre sus puertas de oro. Ella está resplandeciente en medio de sus coros de ángeles, con el eterno Hijo en la falda, y extendiendo sonriente hacia mí sus brazos. ¿Qué siento, Dios.mío?... Ligeras nubes me levantan y se convierte en alas mi grave armadura... Se hunde la tierra a mis plantas... ¡En lo alto!... ¡en lo alto!... ¡Breve es el dolor; eterna la dicha! (La bandera se desliza de sus manos. JUANA cae muerta. Los presentes la rodean con muda emoción. A una seña del Rey, cubren cuidadosamente su cuerpo con los estandartes.)” (Juana en el fin – XIV, Acto V)

16 abr 2007

Kaspar Hauser

El lunes de Pentecostés del 26 de mayo de 1828 apareció en la Puerta Nueva de Nuremberg (Baviera, Alemania) un niño salvaje de unos 16 años de aspecto descuidado. Llevado a una comisaría apuntó el nombre de "Kaspar Hauser". En una carta al militar Friedrich von Wessing que llevaba el chico se nombró igualmente este nombre. Además mencionó la fecha de nacimiento como el 30 de abril de 1812.
Por su historia fue conocido como "el muchacho venido de ninguna parte".
Su estado mental era tal que levantó el interés de juristas, teólogos y pedagogos que llevaron a cabo multitud de ensayos y que le enseñaron a hablar, leer y escribir. Su mentor y representante legal Anselm von Feuerbach describió que en un principio la leche y la carne le daban asco a Kaspar y que sólo se alimentaba a pan y agua. Se descubrió asimismo que había sido mantenido cautivo durante mucho tiempo aunque nunca se consiguió levantar el secreto de su proveniencia.
Ya durante su vida hubo diferentes rumores sobre sus posibles padres. Anselm von Feuerbach estaba convencido de que se trataba de un príncipe de Baden que había sido sustituido por un niño moribundo por causas dinásticas.
Ni siquiera se pudo averiguar su procedencia mediante análisis genéticos. En 1996 la revista alemana Der Spiegel y la ciudad de Ansbach mandaron analizar unas manchas de sangre encontradas en unos calzoncillos que pertenecieron supuestamente a Kaspar Hauser. Según el resultado de este análisis, el sujeto no era miembro de la familia reinante de Baden. En un análisis realizado en 2002 sobre material genético de otra prenda guardada en el museo de Kaspar Hauser y de la herencia de Anselm von Feuerbach se llegó a otra conclusión. Según este resultado había una gran concordancia, aunque no del 100%, con la huella genética de Astrid von Medinger (una descendiente de la esposa de Karl von Baden). Otro de los grandes misterios que rodean el caso es su propia muerte. Los médicos que llevaron a cabo la obducción concluían que era muy difícil que el mismo pudiera haberse provocado las heridas que llevaron a su muerte y que el escrito encontrado a su lado no indicaba nada concreto.
La hipótesis más reciente añade otra variante a las especulaciones ya existentes. Según esta teoría podría tratarse del hijo ilegítimo de Napoleón Bonaparte con Stephanie de Beuharnais, la esposa de Karl von Baden. El matrimonio no era muy feliz y podría haberse producido un encuentro entre Stepahie y su ídolo Napoleón antes de su guerra contra Rusia. Existen varias similitudes físicas entre Kaspar y Napoleón II. La misma distancia entre la nariz y el labio superior, barbillas similares o la misma frente. Hay que tener en cuenta de que un hijo extramatrimonial hubiese sido poco deseado tanto por parte de Napoleón como por la dinastía de Baden.
Esta teoría explicaría por qué Kaspar había pasado sus primeros años de vida en palacios (según sus propios recuerdos) y sólo después, tras la destitución de Napoleón, se le escondió. Una primera parte de su captura la habría pasado en unas mazmorras cerca de Laufenburg. A esto apunta un mensaje encontrado en una botella y escrito presuntamente por otro encarcelado benévolo diciendo "...mi zulo se encuentra bajo tierra y es desconocido incluso a él que me ha robado el trono". Se trataría en este caso del trono de Francia aunque un hijo ilegítimo no hubiese tenido derecho a ocuparlo como emperador.
La segunda parte de su cautividad la pasó probablemente en el palacio de Pilsach a tan sólo unos 35 km de Nuremberg, donde fue encontrado. En este pequeño castillo se encontró en 1924 por azar una habitación escondida que concuerda con la descripción dada por Kaspar Hauser. Durante unas reformas en 1984 se encontró además un caballo de juguete que también aparece en las descripciones de Kaspar Hauser y restos de ropa.
El fenómeno de Kaspar Hauser ha inspirado numerosos autores, científicos y productores de cine. Unos ejemplos serían el drama Gaspar Hauser (1838) del escritor francés Franzosen Adolphe Philippe Dennery, la novela Caspar Hauser oder die Trägheit des Herzens (Caspar Hauser o la inercia del corazón) de Jakob Wassermann (1908) además del drama Kaspar de Peter Handke.
Kurt Tucholsky utilizó el pseudónimo "Kaspar Hauser" en el género de chanson alemán.
Werner Herzog llevó la historia a la gran pantalla bajo el título Jeder für sich und Gott gegen alleCada uno por su parte y Dios contra todos). La misma historia fue utilizada de nuevo por Peter Sehr (1993) con el título Kaspar Hauser - Verbrechen am Seelenleben eines Menschen (Kaspar Hauser - crimen contra el espíritu de una persona).
En Ansbach se celebran bianualmente los festivales Kaspar Hauser. Además se ha levantado una estela en el lugar donde presuntamente Hauser fue apuñalado en 1833 y en el museo de la ciudad hay un apartado dedicado a él.
El nombre de Kaspar Hauser se utiliza también en etología. Se refiere a experimentos donde animales jóvenes son criados sin poder aprender de animales adultos. Así se puede distinguir entre comportamiento aprendido y comportamiento instintivo.
También se conoce el síndrome de Kaspar Hauser que se produce si niños crecen durante mucho tiempo sin afecto paternal o incluso contacto con otras personas.
(

Del diario de P.S.

Hacer algo útil. ¿Qué sería eso? ¿Útil para quién, y para qué? Ya no puedo creer en eso. Y sin embargo, ese fantasma me persigue todo el tiempo. Cuando decidí mi carrera, cuando trabajé durante años en hospitales públicos, cuando me puse a investigar. Llego siempre a puntos muertos, vacíos que se abren frente a mí tras el muro de “lo útil”. Nada me es útil. Y lo que les podría ser útil, no me lo reconocen.
Me quedo a solas con mi pensamiento y no encuentro respuestas. Ni estímulos externos. Pienso en crearme una nueva mitología y me siento más solo todavía.

(...)

E. me invita –me incita, casi– a unirme a su cruzada por los derechos humanos. Pero hay sólo dos que yo podría defender: el derecho a la duda y el derecho a la contradicción. Me siento humano sólo cuando puedo gozar de ellos; no puedo pensarme si no es a través de la duda y de la contradicción.

8 abr 2007

Extractos del diario de P.S. - El cine

Nana es más que un personaje. Es una niña y es mi madre y una anciana que busca consuelo. Tiene la luz de la primera, la familiaridad de la segunda y la fortaleza de la tercera. (…) Ella elige y actúa. Yo me miro al espejo en el baño del Lorraine y me asalta una pregunta que no logro formular pero la pregunta está ahí, tengo la sensación de ser interrogado pero sólo veo mi rostro en el espejo. No es angustia, tampoco furia, mucho menos alegría. Es el reposo inquieto de ser y tener rostro. Una especie de felicidad en ciernes. El rostro es la pregunta. Es eso. Cada rostro interpela a cada portador una pregunta que es el mismo rostro. Y los rostros de los otros también nos interpelan, pero esas preguntas parecen no tener respuesta. En cambio, el propio rostro promete y espera ser respondido. Nana elige prostituirse, entregarse a los otros como quien se entrega a dios, es un acto religioso, de redención. Dios está en esos ojos de mujer. Como está en esos fragmentos de La Pasión de Juana de Arco. También esta en los míos o en el reflejo que de ellos da el espejo. A veces, también está o puedo verlo en los ojos de los demás. No sé que estoy diciendo. Esa escena de Nana y el filósofo también merece algunas páginas. Pero mañana. Es hora de cerrar el cuaderno, cerrar los ojos, abandonar a dios, dormir.

"Libertad" de Agustín Magaldi

Con ansias me diste la miel de tu encanto
y así nos amamos, con honda pasión,
pasaron los años lo mismo que un sueño,
dichoso a tu lado con tanta emoción.
Y así, a tus amores atado he vivido
hasta que el cansancio mi vida golpeó,
y yo, por no hacerte sufrir, he callado
diez meses muy largos fingiéndote amor.

Y a vos
hoy lo mismo que a mi te sucede también;
el hastío tu vida llenó.
No quieres decirlo por miedo a que sufra
y callas fingiendo lo mismo que yo.
Por eso
es que quiero con mi confidencia
decirte sincero la pura verdad:
si estamos iguales y no nos queremos,
que cada cual siga con su libertad.

Por fin, ya lo sabes, no sufro. No temas,
tu caso es el mío e igual la razón;
amor resentido tan sólo fue el nuestro
mas hoy el cansancio mató esa pasión.
Estamos a tiempo, seguí tu camino,
tu ideal yo no he sido ni el mío sos vos.
¿Por qué esta comedia de amores fingidos?
¡Quedemos amigos y libres los dos!